Humillarse si, pero de admiración.
Nada más enfilar la carretera que sube hasta el altozano donde se encuentra Medinaceli, aparece a nuestra izquierda, como guardando la empinada cuesta que lleva a la honorable y noble villa, esta pequeña, sencilla pero preciosa ermita.
La importancia de Medinaceli desde tiempos romanos, como paso entre Zaragoza y Toledo, la rodearon de murallas y torres de vigilancia.
Mas tarde los árabes se encapricharon de ella e incluso el caudillo Almanzor se empeñó en morir allí. Pero no estuvo mucho tiempo en manos de éstos, ya que conquistada por el rey Alfonso, que también cayó rendido a la belleza del lugar, la convirtió en señorío y ducado, haciendo que creciera en poderes y riqueza.