Rompiendo la barrera del sonido
Hay un punto en la vida de todo hombre en la que tienes que tomar una decisión: Ir con todo, o echarte al suelo aterrado.
O al menos con eso es con lo que me convenzo cuando pienso en cómo bajé una de las increíbles pistas a todo meter dejando atrás a amigos mientras el viento me pegaba en la cara y pasaba el peso de una a otra pierna con una sonrisa. Qué subidón.
Siempre recordaré ése tramo como la primera vez que realmente me puse a tope sobre los esquís, y esta estación por ser en la que pasé de ser un novato aterrado a un novato atrevido en la nieve.
También es en la que subí sus telesillas de 15 minutazos para hacer increíbles bajadas en pistas azules. Las rojas y las negras para los pro, porque son un flipe pero demasiado para mí (por ahora).
Hasta recordándolo me sale una sonrisa. Qué pasote de día.
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