Cerveza recién elaborada (mientras ves cómo la hacen)
Entra en la Fábrica Maravillas justo a la hora que abre y notarás un tenue y dulce olor a fermentación. Es el cálido ambiente de bienvenida a una de las mejores cervecerías artesanales de Madrid (la otra, Naturbier, en la Plaza de Santa Ana, solo produce un par de cervezas y la decoración, a lo cervecería alemana, realmente me irrita). Durante el día, el maestro cervecero americano Dave trabaja su magia entre los depósitos de acero inoxidable que se pueden ver a través de las paredes de cristal. Por la noche, la fábrica se transforma en un bar, que se llena con una curiosa mezcla de frikis de la cerveza, gente guapa y de aquellos que han terminado su relación con la Mahou.
Pero lo más importante: la cerveza es excelente. Dave elabora tres cervezas que son el buque insignia de la casa: la refrescante y afrutada Saison Valverde, la fresca Malasaña Ale y, mi favorita hasta ahora, la FL(IPA), una IPA (India Pale Ale, una variedad de cerveza inglesa con alto nivel de lúpulo) un poco más agria. Junto a estos tres clásicos, Dave elabora otras según la temporada; algunas más fuertes (como la Cabrona, una cuádruple de chocolate) para el frío invierno madrileño, y algunas más ligeras, para calmar la sed en ese fríe-un-huevo-en-tu-coche que son los meses de verano en la ciudad.
Los precios son amablemente baratos, ya que, bueno, fabrican la cerveza unos metros por debajo de donde la estás bebiendo. Y, en un movimiento astuto, sirven sus creaciones en vaso de caña. La Fábrica Maravillas combina la tradición madrileña con el futuro cervecero de la ciudad, y acerca, sin duda, la cerveza artesana a los más cautelosos. Pero si lo que te gusta es sentarte relajadamente con tu cerveza, no te preocupes: la carta también incluye medias y pintas. Y si te tienta alguna cerveza en particular, coge una Growler (botella de medio litro) para llevar (ya sea al Ritz o al parque para un picnic).
Afortunadamente, no es necesario ser fabricante de cerveza artesanal para experimentar esa sensación de acudir al nacimiento de algo fresco. Simplemente sentándose en la Fábrica Maravillas, uno de los pocos bares de cerveza artesanal de Madrid, se puede sentir la emoción de una industria y cultura local que surge. O quizá es, simplemente, la cerveza al habla.
Una última cosa: si estás leyendo esto con una pinta en la propia Fábrica, quizá te preguntes qué es esa cosa verde y peluda escalando la pared de la esquina. Es, claro, el jardín vertical. Aporta un toque de color a esas excavaciones blancas como la nieve del bar y, por el momento, es lo más cercano que vas a encontrar a un biergarten en Madrid.