El gigante del este
En la segunda mitad del siglo XIX, y debido al frecuente paso de embarcaciones que transitaban la zona en su camino a Menorca o provenientes del sur de Francia, se decidió sustituir un viejo faro ya muy achacoso por una flamante y nueva torre de luz. En 1861 para ser exactos, comenzó a funcionar el actual punto de referencia para los navegantes que aún hoy son sorprendidos por la noche en la cercanía a la costa y que gracias a sus destellos veían sus vidas a salvo.
Aceite de ballena, vapor de petróleo y electricidad fueron su alimento durante lo que hasta hoy ha sido su vida y su situación y el valor de los fareros que se han encargado de él lo han convertido en un auténtico héroe del mar, tal y como ocurrió muy poco después de su inauguración, cuando debido a los fuertes vientos que sacuden la zona, así como las lluvias torrenciales que provocan auténticos estragos, salvó la vida a un numeroso grupo de barcos, por lo que sus encargados fueron condecorados con la Cruz de la Beneficiencia.