Ambientazo popular
Tras el recorrido por la Rioja, decidimos pasar nuestro últimos dos días en Vitoria, coincidiendo con sus populares fiestas patronales. No hacia más de un mes que había visitado la increíble Vitoria-Gasteiz y con tanto alboroto que hice, a mi compañero se le abrió una curiosidad infinita por esta ciudad ;-)
Eso si, encontrar un hotel fue toda una odisea, pero al final lo conseguimos!, un pelín alejado pero correcto.
Que puedo decir, que estas fiestas son una pasada, todo Vitoria está en la calle, las orquestas, las txarangas, los bailes populares, los blusas, los de aquí y los que venimos de allá. En dos días nos hemos sentido plenamente integrados en esta ciudad, donde la alegría, el buen hacer y la diversión se disparan. La "culpable" de semejante alboroto es La Virgen Blanca, patrona de la ciudad y por la que los vitorianos sienten gran devoción.
Recuerdo que me sorprendió mucho el cambio de la Vitoria que yo había visto tan solo un mes antes, tranquila, relajada, limpia, con lo que nos encontramos en fiestas (el casco antiguo se transforma y a momentos es imposible pasar), pero aún así Vitoria es una delicia.
De cada rincón sale el sonido de los bailes populares, la gente se reúne para bailar al unísono, para gritar el Gora Vitoria!, para "txacolear" para tomar unos pintxos, para lo que sea, el caso es divertirse.
Las fiestas comienzan con la bajada del Celedón (personaje mítico de esta ciudad que representa los valores tradicionales) desde la Iglesia de San Vicente hasta la Plaza, y finaliza con su subida, todo ello a través de un cable, por lo que el Celedón parece que vuelva entre miles y miles de cabezas y gargantas alborotadas, donde el naranja es el color protagonista.
Realmente merece la pena venir a las ciudades en época de fiestas porque el ritmo, la imagen, dicen mucho más de sus gentes y tu visión cambia totalmente, a veces dejan de ser meros museos al aire libre y se convierten en lugares amables, vivos, delirantes.


