Fonda Ana Mari

Dentro de la ruta de los pueblos blancos se encuentra el precioso pueblo de Villaluenga del Rosario. Entre sus estrechas calles de cuestas y casas blancas, llegamos al centro del pueblo. En la entrada de una casa vemos la fonda Ana Mari. En una vivienda normal,en el comedor de la casa con unas pocas mesas, la dueña de la fonda te sirve una rica comida casera. Garbanzos, sopas, caza, carnes...todo eso acompañado de dos tipos de pan, uno por cada panadería del pueblo, mejor llevarse bien con todo el pueblo y no discutir con ninguno. Los postres son escasos pero caseros y de calidad. Es un buen sitio para regresar a las comidas que hacíamos en casa de la abuela cuando íbamos al pueblo.

Ya que me lo recomendaron dos personas autóctonas y aquí hablaban muy bien de él. Para comenzar la atención al cliente llega a ser insultante, ya que la señora que te recibe en primera instancia, cuando le haces 2 preguntas seguidas te responde de manera exaltada y malhumorada que te invitan a marcharte. La comida no es nada del otro mundo, con una carta
muy pequeña donde hay poco donde elegir. Por último el lugar es poco acogedor.
Conclusión: No merece la pena entrar.
Nota: Un 2

Un sitio auténtico, nunca defrauda. Si buscas un restaurante , este no es el sitio. Esto es otra cosa maravillosa para los que no son turistas, sino viajeros. Se come bien a buen precio como si un desconocido llega a tu casa y le das de comer. Toda una experiencia.