Impresionante espacio.
Muchos napolitanos ni la tienen en cuenta, para ellos en un edificio más, una copia de las Galerias de Vittorio Emanuele II que simplemente están ahí como formando parte interna de un edificio por el que obligatoriamente no hay que pasar y por una calle por la que obligatoriamente no hay que pasar.
Así que a excepción de algunas guías que la nombrar por el aire, cogida con pinzas y más bien como monumento arquitectónico, no es un punto de visita frecuente.
Pero he aquí que cuando se callejea lo suficiente es cuando mejor panorama se tiene de la ciudad y cuando descubres joyitas como ella.
Pero una vez que entras en la galería, descubres que otro mundo se esconde en el interior. Un mundo mas sobrio, pero al tiempo luminoso, de delicados techos de acero y cristal y suelos de mosaico y mármol que esconden un hotel, el Art Resort de exquisita decoración, la sede central del Banco de Nápoles o joyerias del más alto nivel.
Irónico, en un barrio, el de Santa Brígida que en el siglo XVIII alcanzó los más altos niveles de delincuencia, prostitución e insalubridad, con 9 epidemias de cólera y asesinatos y robos en cada esquina.
Afortunadamente toda la mala semilla fue destruida y hoy podemos disfrutar de este precioso espacio, para mí único.


