La antigua Graus es siempre un hito en...
La antigua Graus es siempre un hito en el camino para los amantes del esquí. Las imponentes torres de la Basílica de la Virgen de la Peña –emblema de la villa- parecen custodiar con celo la entrada a las grandes montañas. Desde allí en adelante el Pirineo aragonés y sus espectaculares pistas son la ya cercana y anhelada meta. Sin embargo, vale la pena hacer un alto en el camino y visitar esta villa preciosa.
La capital de la Alta Ribagorza, enclavada en la confluencia de los ríos Ésera e Isábena, conserva tesoros escondidos y un antiguo sosiego que se pasea orondo por sus calles y plazuelas. Su entrañable Plaza Mayor porticada, con un Ayuntamiento de singular arquitectura mudéjar del siglo XV, y un pintoresco ‘Barrichós’, o barrio de abajo, que fuera núcleo originario de la villa, con callejuelas estrechas y tortuosas, y un bello puente llamado de tres ojos de medio punto del siglo XII, llenan a la villa de rincones preciosos. En la parte más alta del pueblo se emplaza la iglesia de la Virgen de la Peña, un impresionante templo del siglo XVI con un magnífico claustro. La trepada a pie, empinada, vale la pena. Desde allí arriba el paisaje es impresionante.