Es una cadena de cafeterías que tienen su origen en el siglo XIV en Sevilla. Casi ná. Es un lugar idóneo para desayunos y meriendas, pero también para tapear y comer. La bollería es exquisita y los aperitivos tampoco se quedan cortos. Es un sitio mítico al que no hay que dejar de acudir si se visita la capital andaluza.
Las tostadas están exquisitas. El pan de mollete supertierno y esponjoso a la vez que crujiente por el tostado y el aceite de oliva con un gran sabor. El café estupendo. El servicio bastante correcto. La relación calidad/precio me pareció bastante buena. Además tiene gran variedad de dulces, todos con una pinta estupenda.
Como el local es muy amplio, aunque haya mucha gente, no da la sensación de agobio. Además de la zona de entrada por la calle tiene un salón en la primera planta. La ubicación, frente a la Catedral, estupenda para comenzar con un buen desayuno una jornada turística por
La sucursal que está en la plaza de la Alfalfa nos sorprendió por vendernos unas tortas de anís en mal estado. Una local de este tipo no debería permitirse vender un clásico de bollería en esas condiciones.
