Hospederia Convento de la Parra

Hacia tiempo que estábamos detrás de este alojamiento. Varias veces se nos había complicado y tuvimos que cancelar el viaje, finalmente lo conseguimos.
Sólo decir que el lugar es recomendable 100%. Un lugar para descansar en todos los sentidos. Pero eso si, para ir en pareja.
La hospedería, esta puesta con mucho detalle y respetando mucho su estructura inicial.
Aunque nosotros fuimos en septiembre, el tiempo acompaño a nuestra estancia y las excursiones que realizamos en esos días.
No tengo nada que decir de la gastronomía de la zona. Un lugar donde el cerdo es su materia prima. En la hostería de la Parra (que así se llama también el pueblo) la cocina estaba increíble y la gente que te atiende es encantadora y servicial, no hay ni una mala cara y mal gesto, ya que como el lugar de por sí, un antigüo convento deben de tener muy asumido que ambiente debe reinar.

En la extremeña comarca de Tierra de Barros, existen varios pueblitos encalados llenos de encanto. En uno de ellos, La Parra, está el convento rural devenido hospedería donde estoy alojada. Se llama como el pueblo y es del siglo XVIII, aunque la imagen del convento típico, oscuro e imponente aquí no cabe. Éste es puramente blanco, muy sencillo y pequeño. Su claustro está inundado de luz y orlado por naranjos. Su campanario humilde está poblado de cigüeñas. Las celdas con sus pisos de terracota y su monacal silencio se han convertido en recoletas habitaciones. Y en las galerías abiertas al cielo anidan golondrinas; uno las puede ver alimentando a sus pichones mientras descansa en grandes tumbonas. Decir que el convento es divino es poco. Enclaustrarse aquí no habrá sido nada duro. No puedo imaginarme a los monjes rezando, sino más vale cantando....