Si hay algo que me saca de quicio es...
Si hay algo que me saca de quicio es que no me dejen dormir (máxime en un hotel, en el que me cobran por dormir), y eso es precisamente lo que ocurrió durante mi estancia en este hotel, no pude pegar ojo en toda la noche, así que ¡¡no se lo recomendaría ni a mi peor enemigo!!
Estuve alojada en este hotel sólo una noche (afortunadamente), coincidiendo con mi viaje a la Feria del Marisco de O Grove en el Puente del Pilar del año 2007, ya que fue el sitio más cercano donde conseguí alojamiento. Pienso que ése fue uno de los problemas, la feria, ya que mueve tal masa de gente que los escasos alojamientos del entorno no dan a basto para cubrir la demanda. Creo que en este hotel debíamos de ser los únicos que no íbamos en grupo, porque no tiene muchas habitaciones y había un autobús del Imserso que nos invadió por completo!
El hotel se encuentra relativamente bien situado, en la zona alta de Cambados, junto al Pazo de Ulloa y la iglesia del convento de San Francisco. Exteriormente, el edificio está muy bien, parece bastante nuevo, con una construcción típica de la zona, tres alturas, con fachada de piedra abujardada y barandas de forja en los balcones corridos que bordean todo el edificio.
La recepción me pareció muy hortera, el mostrador estaba decorado con una especie de pintura mural en relieve, y frente a ella había, curiosamente, una pequeña capilla con una Virgen. El personal que nos atendió no fue nada amable, simplemente hizo el chekin de manera rutinaria y nos dio la llave de la habitación colgada de un enorme llavero que pesaba un quintal.
La habitación era enorme, aunque con un mobiliario algo viejillo y muy sencillo, carente de cualquier diseño. Pero bueno, es un 2 estrellas, así que creo que estaba bien para su categoría. Había cama matrimonial (que por cierto, no había pedido), una pequeña cómoda con cajones que hacía las veces de escritorio, un armario empotrado, y la tv. A destacar el detalle de la tv: Estaba colgada sobre un soporte (excesivamente alto) en la pared, y, a no ser que te subieras a una silla, no llegabas ni a encenderla ni a tocar los botones, y no tenía mando a distancia. Luego descubrimos que el mando tenías que pedirlo en recepción, depositando una fianza de 6€, de los cuales te reintegraban 3€ al devolverlo. En ningún otro sitio vi que me cobraran por utilizar el mando de la tv!
El suelo era de cerámica, había persiana, calefacción central (sin encender) y teléfono. Lo bueno era que teníamos una terraza bastante agradable que daba a la calle, aunque las vistas eran únicamente viviendas del pueblo y múltiples grúas de las nuevas edificaciones. El baño era bastante cutre, especialmente la bañera que estaba abollada, y en una zona se quedaba el agua estancada, lo que causaba la aparición de un cerco de color amarillento a su alrededor que daba aspecto de suciedad (a pesar de que no tuve nada que achacar en cuanto a la limpieza de la habitación . Por supuesto, nada de amenities (a excepción de un simple jaboncito), y la grifería de la bañera estaba durísima, así que no había forma de mezclar el agua a la temperatura deseada.
Como dije al principio, no pegué ojo en toda la noche, porque las paredes son tan delgadas (y carentes de cualquier insonorización) que durante toda la noche (y desde las 7 de la mañana) se oía el trasiego de gente, ruidos y voces, como si estuvieran dentro de tu propia habitación. ¡ ¡Eran el grupo de invasores del autobús! Que llegaban de juerga, hablando y riéndose por los pasillos sin ningún tipo de decoro. Por si ésto no fuera poco, cuando, en torno a las 3 de la madrugada, parecía reinar la calma, se empezaron a oír los gemidos de la pareja de la habitación de al lado. ¡El colmo!
El desayuno era hasta las 10 de la mañana, y bajamos unos 15 minutos antes, esperando que ya se hubieran ido los del grupo. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que estaban ya retirando la comida y preparando el salón para la comida del grupo que llegaría horas más tarde; cuando nos vio el personal, ni se inmutaron y siguieron retirando las cosas, únicamente una camarera nos dijo que si queríamos nos volvía a enchufar la tostadora de pan, pero que tardaría en calentar... De todos modos, el supuesto buffet era pésimo, consistía en: Mini-croissant (malísimos), magdalenas (que ni probé porque la pinta lo decía todo), sobaos y pan (de barra) con mantequilla y mermelada. En cuanto a las bebidas, un café aguado y malísimo, leche (de auténtico sabor a vaca que parecía hasta sin hervir) y zumo de naranja del malo. O sea, que nos fuimos a desayunar en condiciones a una cafetería del pueblo.
El precio fue aceptable (50€ la habitación doble), pero la reserva la hice con 3 meses de antelación, y la verdad, para el trato recibido, lo que poco que pude dormir y la mala leche con la que me levanté, me los hubiera ahorrado. PÉSIMO HOTEL.