Arantxa Ros
Hotel Aigua Blava: clásico imprescindible
Cuando le comenté a mi amiga Montse Ferrer que iba a pasar una noche en el Hotel Aigua Blava en Begur, me dijo: "¡No sabes el lujo que es quedarse en ese hotel! Te encantará.Te vas a encontrar con un servicio clásico de los que ya no se encuentran ".
Montse me explicó que tanto la zona como el hotel en concreto eran destino predilecto vacacional y tradicional de lo más granado de la sociedad catalana, familias con solera, amantes de la cultura y lugares asociados con la más alta calidad.
"En Belgur no hay lugar paro lo vulgar ni lo ordinario" me decía Montse "En el Aiguablava vas a disfrutar de un ejemplo de excelencia, del arte del buen gusto"
Me fascina la hostelería clásica, sus rituales y formas, su atención al detalle y sobre todo la esquisitez hacia el cliente.
Ya podéis imaginar que mis expectativas eran altísimas y para que mi curiosidad llegara a cotas aún más altas me entero de que el Aiguablava tiene una historia fenomenal con la correspondencia mantenida con un cliente que deseaba alojarse, sin mucha fortuna, en el hotel.
Finalmente llegó el día.
Llegamos en grupo, en el que iba incluída mi hija de 3 años, y esto siempre me preocupa, porque los niños son niños y aunque el hotel, me decían, que era familiar, yo siempre mantengo mis reservas en este punto.
La recepción es pequeña, pero sumamente bien atendida, no tardaron más de 5 minutos en distribuirnos con claves de acceso al wifi e instrucciones para llegar a la cala que hay justo al hotel si nos apetecía.
Subí a mi habitación, reformada, gran recibidor, armarios más que suficientes que indicaban que los huéspedes del hotel no son de los de estancias cortas, para mi hija un sofá cama enorme y mi habitación con posibilidad de independizarse de la zona de televisión donde dormiría Elisa.Sin ser una suite, la habitación doble es generosamente espaciosa y acogedora.
Me fui directa a la terracita, vistas hacia la terraza donde los camareros ya iban encendiendo las velas y hacia la cala y sus aguas turquesas, cristalinas.
Antes de la cena, cava.Camareros solícitos que enseguida me ofrecieron trona para mi hija y menú especial para ella a la que ofrecieron diversas alternativas para acompañarme con mi cava, ¡se dirigieron a ella, como a un cliente más! :" ¿ qué le apetece ? ¿ un zumo, agua, leche con colacao?" y ella eligió.
Se me acercó Esther Puig, directora comercial,perfecta anfitriona, al ver que yo le insistía a mi hija en portarse bien: "No te preocupes, este hotel es familiar y hay muchos niños ¿ quieres un canguro para esta noche? Puedes estar tranquila, son de absoluta confianza"
Me quedé sin palabras.
Me acerqué con mi copa de cava a la zona de ocio infantil, a la piscina y jardines: si teneis niños, el hotel Aiguablava es una valor seguro, el entretenimiento para los más pequeños no interferirá para nada con el descanso de parejas o huéspedes sin niños.
De vuelta a la terraza ,unas vistas privilegiadas al Mediterráneo, envueltas en los susurros de los que allí se alojan,me acordé de mi amiga Montse, si que tenía razón.
Todo el mundo vestido para la cena como corresponde, me encantó el breve paseo por el restaurante, nada desentonaba.Simplemente ideal.
Nuestra cena , de la mano del chef del Hotel , LLuís Ferrés, nos ofreció lo mejor de los productos locales en unos platos a caballo entre lo típico y lo imaginativo, cuyo broche lo puso un sorbete de mojito insuperable.
Durante la cena Esther nos pasó el libro donde se recopilan las cartas entre el hotel y ese cliente que durante cinco años trató de reservar una habitación, llegando a decir que era amigo del ministro de turismo británico para lograr su objetivo, las deliciosas respuestas del hotel al no disponer de habitaciones libres y la perseverancia de este cliente, bien merecen este entrañable libro.¿ Queréis saber si finalmente lo logró? ....Pues no os lo voy a decir, mejor venís al hotel y conoceis la historia.
Tras la cena, un rato en los salones con elegante mobiliario sin caer en estancias recargadas, sillones ideales para leer prensa internacional o mantener una tranquila charla y después el bar de atmósfera inglesa con una interesante carta de puros y otra bien variada de bebidas a unos precios francamente razonables.
Tras el descanso nocturno ,sin interrupción alguna,llegó el momento del desayuno: frutas, embutidos locales, cereales, bollería, yogur, etc.. como siempre más de lo que habitualmente como en casa, pero lo mejor un restaurante con bellísimas vistas inundado de luz.
El Aigua Blava, también forma parte de una de las rutas de ronda de la Costa Brava.A los que nos gusta el senderismo nos ofrece la posibilidad de hacer una ruta de tres días de unos 6-8 Km al día y pernoctar en 3 hoteles diferentes sin cargar con equipaje que cada hotel se encarga de trasladar al siguiente mientras uno disfruta de calas y acantilados.
Finalmente llegó el día.
Llegamos en grupo, en el que iba incluída mi hija de 3 años, y esto siempre me preocupa, porque los niños son niños y aunque el hotel, me decían, que era familiar, yo siempre mantengo mis reservas en este punto.
La recepción es pequeña, pero sumamente bien atendida, no tardaron más de 5 minutos en distribuirnos con claves de acceso al wifi e instrucciones para llegar a la cala que hay justo al hotel si nos apetecía.
Subí a mi habitación, reformada, gran recibidor, armarios más que suficientes que indicaban que los huéspedes del hotel no son de los de estancias cortas, para mi hija un sofá cama enorme y mi habitación con posibilidad de independizarse de la zona de televisión donde dormiría Elisa.Sin ser una suite, la habitación doble es generosamente espaciosa y acogedora.
Me fui directa a la terracita, vistas hacia la terraza donde los camareros ya iban encendiendo las velas y hacia la cala y sus aguas turquesas, cristalinas.
Antes de la cena, cava.Camareros solícitos que enseguida me ofrecieron trona para mi hija y menú especial para ella a la que ofrecieron diversas alternativas para acompañarme con mi cava, ¡se dirigieron a ella, como a un cliente más! :" ¿ qué le apetece ? ¿ un zumo, agua, leche con colacao?" y ella eligió.
Se me acercó Esther Puig, directora comercial,perfecta anfitriona, al ver que yo le insistía a mi hija en portarse bien: "No te preocupes, este hotel es familiar y hay muchos niños ¿ quieres un canguro para esta noche? Puedes estar tranquila, son de absoluta confianza"
Me quedé sin palabras.
Me acerqué con mi copa de cava a la zona de ocio infantil, a la piscina y jardines: si teneis niños, el hotel Aiguablava es una valor seguro, el entretenimiento para los más pequeños no interferirá para nada con el descanso de parejas o huéspedes sin niños.
De vuelta a la terraza ,unas vistas privilegiadas al Mediterráneo, envueltas en los susurros de los que allí se alojan,me acordé de mi amiga Montse, si que tenía razón.
Todo el mundo vestido para la cena como corresponde, me encantó el breve paseo por el restaurante, nada desentonaba.Simplemente ideal.
Nuestra cena , de la mano del chef del Hotel , LLuís Ferrés, nos ofreció lo mejor de los productos locales en unos platos a caballo entre lo típico y lo imaginativo, cuyo broche lo puso un sorbete de mojito insuperable.
Durante la cena Esther nos pasó el libro donde se recopilan las cartas entre el hotel y ese cliente que durante cinco años trató de reservar una habitación, llegando a decir que era amigo del ministro de turismo británico para lograr su objetivo, las deliciosas respuestas del hotel al no disponer de habitaciones libres y la perseverancia de este cliente, bien merecen este entrañable libro.¿ Queréis saber si finalmente lo logró? ....Pues no os lo voy a decir, mejor venís al hotel y conoceis la historia.
Tras la cena, un rato en los salones con elegante mobiliario sin caer en estancias recargadas, sillones ideales para leer prensa internacional o mantener una tranquila charla y después el bar de atmósfera inglesa con una interesante carta de puros y otra bien variada de bebidas a unos precios francamente razonables.
Tras el descanso nocturno ,sin interrupción alguna,llegó el momento del desayuno: frutas, embutidos locales, cereales, bollería, yogur, etc.. como siempre más de lo que habitualmente como en casa, pero lo mejor un restaurante con bellísimas vistas inundado de luz.
El Aigua Blava, también forma parte de una de las rutas de ronda de la Costa Brava.A los que nos gusta el senderismo nos ofrece la posibilidad de hacer una ruta de tres días de unos 6-8 Km al día y pernoctar en 3 hoteles diferentes sin cargar con equipaje que cada hotel se encarga de trasladar al siguiente mientras uno disfruta de calas y acantilados.
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