Salimos de Budapest a una hora muy...
Salimos de Budapest a una hora muy temprana para dirigirnos a nuestro nuevo destino Assisi (Asis en español) del que nos separaba cerca de los 1.100 Kms.
El día era ideal para conducir y la carretera será bastante buena según mi previsión. Los primeros 650 Kms. Hasta Udine (Italia) fueron francamente buenos y nos encontrábamos en esta población alrededor de las 13 h., es decir la media iba siendo excelente.
A partir de este lugar y hasta Venecia fué un auténtico calvario. Tardaríamos más de cinco horas en recorrer los apenas 120 kms. De separa a las mencionadas ciudades. El atasco que se forma en la confluencia de las autopistas que vienen del norte y del este es absolutamente caótico y para más desesperación el peaje existente en la salida para Venecia es un cuello de botella que lo digiere bastante mal.
Como siempre la previsión que tenemos de hacer algo de comida para estas etapas tan largas, nos salvó otra vez más. Tuvimos que parar en una estación de servicio totalmente aborratada de gente cabreada que trataban de conseguir algo para comer. Para nuestra suerte solamente necesitábamos el pan y las bebidas que aunque tardamos algo en conseguirlo fué bastante rápido por lo que nos dispusimos a comer de inmediato.
Con todo esto llegaríamos a Assisi cerca de las 12 de la noche y como las explicaciones dadas por el RCI para llegar al complejo eran bastante inexactas, tardamos cerca de media hora en encontrarlo por lo que llegamos al mismo y la recepción estaba ya cerrada. Menos mal que no éramos los únicos pués nos encontramos las llaves del apartamento en un sobre a nuestro nombre, junto con otras cuantas más.
El complejo que hasta la fecha es el peor y más cutre que nos hemos encontrado, no estaba situada en el mismo Asís sino a unos cinco kilómetros en medio del campo.
En los rellanos de la entrada a los apartamentos, las hormigas campaban a sus anchas a millares y los gatos merodeando para ver si a alguien se le despistaba algo de comida y como dejases las ventanas abiertas se te colaban dentro de casa.
A la mañana siguiente nos dirigimos a recepción ara registrarnos y cual no fué nuestra sorpresa que aparte de los habitual de dejar una pequeña fianza que luego te devuelven, nos hicieron pagar la luz que calcularon que podíamos gastar y al preguntar por la pisicina nos dijeron que para acceder a ella igualmente teniamos que aflojarnos el bolsillo. En fin una auténtica calamidad.
No sabemos quien habrá sido el ingeniero jefe que ha dirigido la decoración de los apartamentos, pero desde luego tendrían que darle el primer premio a la horterada.
