Hotel El Convent 1613

La Fresneda, en el Matarranya, (Teruel). Por muchos llamada La Toscana de Aragón.

Es un paraíso, en cualquier época del año
Un placer para todos los sentidos: romeros, tomillos, melocotoneros, almendros, olivos... un sinfín de aromas, que nos embriagan por doquier.

La villa de La Fresneda está cuidada con esmero, se trata de una villa medieval. El hotel El Convent, como su nombre indica, era un antiguo convento, que sus dueños han recuperado para darnos la oportunidad de estar allí, disfrutando de él.

He tenido la oportunidad de visitarlo en varias ocasiones, y cada vez que vamos, nos sentimos muy arropados por sus dueños. La primera vez que la visitamos era cuando lo acababan de coger para regentarlo, quedando ya sorprendidos por su amabilidad, y el sitio en sí.

Este antiguo convento reconvertido a hotel es uno de esos lugares que no te dejan indiferentes una vez que los visitas. Yo estuve con un compañero acomodado en las habitaciones del jardín, totalmente nuevas y perfectamente equipadas. También las hay en el edificio antiguo, con más aspecto de habitación antigua, pero muy encantadoras.

El entorno es increíble, los jardines son muy espaciosos y el lugar es tranquilo, pero lo que me gustó fueron las zonas de ocio y descanso. Cómodos sillones y sofás que nos permitirán entretenernos en amplias y luminosas salas abiertas al jardín de lo que fue claustro central de la antigua iglesia sobre la que se construyó el hotel.

Hemos escogido este encantador rincón situado en La Fesneda provincia de Teruel en cerca del río Matarranya, afluente del Ebro.
Tienen una cocina bastante más que digna, el trato es inmejorable y la limpieza perfecta.
El pueblo, catalogado como centro histórico, es un sitio tranquilo, y muy grato de visitar. A parte del hotel, hay un restaurante llamado igual que el río, en el que comer también es muy recomendable si quieres variar y no perder calidad.
Los precios de estos restaurantes no son baratos, pero vale la pena esta desconexión gastronómica.
Nosotros lo hemos descubierto

Acabo de estar en este pequeño hotel, y he decidido que va a ser uno de mis preferidos. Este establecimiento podría acaparar un sinfín de adjetivos, como: Singular y distinto, encantador, romántico, relajante, espectacular. Diría que es un hotel con clase, y no es para nada lujoso.

Se trata de un edificio histórico del s. XVII, los restos de lo que fué la Iglesia de un convento de la orden de los Padres Mínimos. Los arquitectos conservaron sus cuatro paredes con sus respectivas capillas laterales y levantaron este ejemplo de buen gusto.

En el centro, o en lo que era la nave central, han ubicado un patio donde hay mesas y sillas de jardín y multitud de plantas, a su alrededor, unas enormes cristaleras que llegan al techo, sin marco alguno, sólo cristal. En lo que eran las capillas, en la planta baja, comedores privados. Arriba, salones decorados con telas inglesas, donde puedes relajarte, conectarte a internet, calentarte en la chimenea, o leer uno de los innumerables y fantásticos libros que hay repartidos por todas las estancias.