Un lugar perfecto para desconectar
Cuando vas conduciendo por tierras de Barcelona en busca de este hotel tienes la sensación de que nunca vas a llegar a él. Entras en Cervelló y las señales te van indicando la ruta que debes seguir para llegar a Can Rafel. Una calle, una curva, una cuesta... Incluso puedes pensar que te has perdido en vista del largo camino. Y es allí, cuando tras una curva, aparece este hotel.
El paisaje que le rodea es una maravilla. Un campo del golf y verdes montañas regalan al cliente las mejores vistas. Por si esto fuera poco, el hotel es un regalo. Jardines cuidados, salones para los clientes, estancias con muebles antiguos y retratos de familia...