Decadencia por descuido
Y es que no puedo recomendar este hotel por nada del mundo. Lo teníamos incluido en nuestra hoja de ruta y catalogado como de los mejores de la provincia de Cienfuegos. Por fuera, es lo más parecido a uno de esos feos edificios tipo bloque que ya podíamos encontrar en la década de los 50 en nuestro propio país y que fueron exportados a muchos lugares del mundo cuando parecía que lo normal era la edificación rápida para aprovechar los tirones turísticos.
Así pareció entenderlo el arquitecto Batista, hermano del que era dictador cubano en la época de su construcción ya que literalmente estropeó la zona de costa en la que se asienta para levantar un bloque que pretendía erigirse como meta para todos los ricos personajillos influyentes que giraban en torno al mandatario y su familia.
Las habitaciones... pues sólo me remito a las imágenes. Destartaladas cuatro paredes con muebles-reliquia, originales de los años 50 que de ninguna de las maneras, por su edad deberían tenerse en pie. Armarios, que al abrirlos, en vez de espacio para colgar nuestra ropa muestran sus entrañas de tuberías y bajantes.
Lo único realmente bonito, es el entorno de la piscina, donde podría rodarse un anuncio de Martini, por el ambiente cincuentero que la conforma y el embarcadero que se abre a la maravillosa bahía cienfueguera.
El otro aliciente es el Palacio de Valle que se encuentra dentro del terreno del hotel, y que l arquitecto quiso convertir en su casino...
En fín, un hotel para nostálgicos o una nostalgia de hotel, según se mire...
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