Txema León
Una estancia genial en un pueblo perdido.
Tras una deliciosa cena en el Restaurante La Puerta del Arrobio cogimos una vez más el coche para acercarnos a La Aldea Perdida.
Lo cierto es que es un lugar de difícil acceso, la carretera es estrecha y en la penumbra en la que íbamos en lo único que podíamos pensar era en que en cualquier momento alguien iba a saltarnos encima del capó del coche para comernos vivos, las típicas tonterías que se te ocurren cuando la única luz que tienes es la del coche.
Lo bueno de esto es que el entorno en el que está inmerso es sobrecogedor, y levantarse en él es una pasada increíble, más aún si el día amanece bien y no hay nubarrones que te amarguen la mañana.
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