ANADEL
Romántico y bonito
Fue un acierto reservar aquí porque el lugar es encantador, un bello pueblo dedicado al vino y con edificios de indudable interés. Se nos llevó a un edificio con unas pocas habitaciones a la vuelta de la esquina, en el mismo centro, y la habitación resultó bonita y acogedora, con un moderno baño, y todas las comodidades.
Lo curioso y algo incómodo es que a las 8,30 te dejan una cesta en la puerta con café, croissants y pan, y hay que desayunar en el escritorio, en la nevera ya tienes la leche, yogures y mantequilla para que te organices tú el desayuno como puedas.
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