ANADEL
Ya tengo ganas de repetir
De entre el maremágnum de hoteles que hay en la playa de Palma, este es de los pocos que permanecen abiertos este invierno, y es que solo lleva abierto un año, y además estaba a rebosar, porque fuera de temporada ofrecen unas ofertas que no hay que dejar perder.
Las habitaciones son amplias y cómodas, aunque la domótica y el ahorro sostenible hagan complicado controlar luces y demás, pese a las instrucciones a la llegada.
Recibimiento de cinco estrellas, Marc y las chicas de recepción son un dechado de amabilidad y buen hacer, la copa de cava se agradeció tras el retraso del vuelo y las horas invertidas en llegar, y hacer uso de un spa totalmente vacío a esa hora de la mañana, un auténtico lujo, los días posteriores no fue así.
Me gustó la arquitectura de vanguardia en el edificio, y tanto el desayuno como el bufé de la cena, pescado fresco hecho al momento y una selección de quesos magnífica, además de la repostería que se merece un premio.
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