Entrar en otra época
Estuve en este hotel con mi pareja por San Valentín. Todo un acierto.
Es uno de los hoteles que en España se consideran "Gran Hotel", por instalaciones y por historia.
Está en las afueras de la ciudad, cercano al palacio de la Magdalena, y mirando al mar. Un edificio que solo con verlo te retrotrae a los años 20, el art decó y hombres y mujeres vestidos con auténtica elegancia para acudir a un baile en sus salones.
Y por dentro esa impresión se acentúa. Las zonas comunes destilan elegancia de otra época, al igual que las habitaciones.
El servicio es muy bueno, como no podía ser de otra forma en un 5 estrellas Gran Lujo, y los detalles y atención del personal son muy buenos.
Si podéis, pedid una habitación con vistas al mar. Es una pena estar en este hotel y no disfrutar de las geniales vistas que tiene al Cantábrico.
Nosotros pedimos el desayuno a la habitación, y merece la pena. Muy bien servido y muy bien surtido, y desayunar con esas vistas es todo un lujo.
Tiene un spa anexo al hotel con mucha fama, pero lamentablemente no tuvimos tiempo a probarlo, lo dejamos para nuestra vuelta en un par de meses y ya os contaremos qué tal.


