Muy recomendable
Está en un bonito emplazamiento, es un molino que ponen en funcionamiento regularmente para engrasar sus engranajes, y donde el agua corre por debajo mismo de tu habitación mientras oyes como las ocas chapotean. Además el pueblo está a un paseo, pero con este frío de diciembre era mejor ir en coche, esta zona es heladora.
El lugar es bonito, y las habitaciones con lo suficiente para estar cómodo, buenas camas, faltan almohadas individuales eso si y algún que otro detalle en las paredes, y la calefacción va a todo trapo, menos mal.
La pareja que lo lleva es afable y la conexión con David, además por su afición a la fotografía, hizo que me echara más de una risa.