Roberto Gonzalez
Pequeño tesoro malagueño
Como es bien sabido, la catedral de Málaga se alza sobre lo que fue una vez la gran mezquita. Justo donde se encontraba la puerta de entrada al recinto religioso, los reyes católicos ordenaron levantar una pequeña capilla, hoy iglesia, dedicada al Santo Sagrario.
Los jardines de los que hoy disfrutamos eran el antiguo patio de abluciones de la mezquita, frescos y umbrosos.
El interior nos lleva de un tesoro a otro. Desde los retablos platerescos que parecen escalar las paredes, hasta las pequeñas imágenes de vírgenes que invitan al recogimiento y la oración. Todo parece perfectamente preparado y colocado de tal manera que nos sintamos invadidos por el silencio y la grandeza artística de los que crearon tales maravillas.
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