Antoine D'Audigier
Situada en un barrio muy afectado por el urbanismo, la iglesia Saint-Jacques se afirma como una joya en la ciudad.
Consagrada en mayo de 1958, esta iglesia de basalto ilumina por su blancura inusual a las iglesias de La Reunión. Una estatua de Saint Jacques resguardada dentro de ella sería cortada su madera de árbol de jaca, árbol común de las Islas Mascareignes.
Todo parece inmaculado, constantemente vestida de luz, como las historias de los santos que se cuentan. A pesar de esta luz, uno puede sorprenderse por la sencillez de estos lugares, amplios pero poco adornados con los habituales baños de oro y las vidrieras grandilocuentes. Esta depuración confiere una riqueza más espiritual que material
A este monumento religioso.
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