Fernando Almenar
Invitación a comer
Contemplando la iglesia recibimos de un lugareño una invitación a almorzar que no rechazamos.
Nos sentamos en su porche. Nos dice que si nos gusta la carne estofada. Le contestamos que por supuesto. Entra en la casa y cuando sale en sus manos porta una bandeja con la carne con patatas.
¡Guau! Huele de maravilla. Conversamos como podemos con Michael. Nos interroga sobre nuestro destino.
Le contamos que de momento solo rodamos. Dice que le damos envidia.
Le invitamos a acompañarnos aunque sea con el coche.
Nos ofrece un poco de vino. Terminamos el agapé y nos despedimos con un abrazo.
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