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De camino al Monasterio de Tibães nos ...
De camino al Monasterio de Tibães nos desviamos para visitar la Iglesia de San Fructuoso, que realmente merece muchísimo la pena. Se encuentra en un promontorio, a unos 4 Km del centro de Braga, en Montelios, freguesía de São Jerónimo de Real. Al llegar, hay amplio aparcamiento donde dejar el coche, y se pueden ver fragmentos de murallas, cruces y una Fuente.
La iglesia fue construida en el siglo XV, aunque se reformó a principios del XVIII por orden de Rodrigo de Moura Teles, arzobispo de Braga. La fachada es barroca, en la que luce el escudo de D. Rodrigo, así como dos esculturas de Santos y la de la Virgen en unas hornacinas. La puerta de acceso está precedida de un pórtico formado por tres arcos de medio punto y una escalinata.
Exteriormente no es gran cosa, pero el interior es precioso. La visita es gratuita, aunque hay un guarda a la puerta. El interior es muy espacioso, con techos abovedados de gran altura, una sola nave y coro alto. Está decorada con múltiples retablos barrocos de talla dorada, y hay también una urna de cristal transparente donde se pueden ver los restos óseos de San Fructuoso. La visión más espectacular de la iglesia se obtiene desde el coro alto, donde se puede ver además la sillería y el órgano. Por detrás del altar Mayor se accede a la Sacristía, que contiene además un pequeño museo arqueológico.
Desde el interior de la iglesia se accede a la verdadera joya del templo: La Capela de São Frutuoso, una pequeña capilla de origen visigótico declarada Monumento Nacional, los orígenes de este templo parroquial.
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