Carlos Olmo
Un paraiso protegido
Cuando uno se acerca en el barco a la isla tiene la sensación de que no puede ser real tanta belleza, un islote con un brazo de arena blanca lleno de palmeras y sin apenas construcciones, sólo unas cuantas casetas donde sirven almuerzos a los buceadores entre inmersión e inmersión.
De ancho no tiene más de unos 200 metros, y de largo un kilómetro. Está protegida como santuario de pesca por el gobierno, y por tanto también las inmersiones son muy buenas
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