Isla de Yeu

Un perfume a jazmín y romero embriaga toda la isla de Yeu. Uno de los destinos más populares de la costa atlántica de Francia. Esta bellísima isla guarda toda la luz y el encanto de las ciudades oceánicas.

La isla de Yeu es isla granítica de tan sólo 10 kms de largo y ancho que te sorprende el contraste de sus dos litorales completamente distintos. Cuando pones rumbo al suroeste, lo abrupto y accidentado del terreno te trae recuerdos de las islas bretonas. Mientras, en el nordeste una sonrisa se dibuja en tu cara cuando descubres unas playas de grandes dunas. Es una zona muy tranquila donde puedes ver familias al completo disfrutando del buen tiempo y de la tranquilidad.

Fui allí para una boda y realmente me encanto el lugar.

La isla de Yeu es un lugar pintoresco y muy bien cuidado, respetando el entorno natural y la calidad de vida. A diferencia de otras islas, en las que la industria inmobiliaria ha hecho estragos, la construcción y la arquitectura de los edificios ha sido controlada, evitando los grandes bloques de apartamentos, y por lo tanto, la masificación.

Todas las casas han guardado el mismo estilo sencillo y humilde, sin sobrepasar, en la mayoría de los casos, los dos pisos de altura. Además, todas las casitas están completamente encaladas, encontrando un toque de color en la carpintería de las ventanas y puertas, que están decoradas en tonos pastel, siendo el celeste el color mayoritario.

En una pequeña isla francesa, durante los meses de verano, todas las tardes, justo antes de que el sol se ponga, un grupo de personas lleva a las ovejas desde el campo donde pastan durante el día hasta el borde del mar, para que se alimenten de la hierba regada con las salpicaduras del agua del mar. La tarde discurre entre un sencillo picnic, un poco de vino y las gaviotas que graznan mientras se pone el sol.