Jardines de Peterhof
Una cascada de agua y oro. Así dibujaría, si supiera, la maravilla de los jardines de Peterhof. También hay un palacio, pero la belleza de esta unión de la naturaleza y la imaginación de Pedro, el zar arquitecto, hace que nos olvidemos un poco de él, para abrir los ojos y no perder ningún detalle del espectáculo.
Según entramos, nos encontramos de bruces con la cascada Grande, perfección hidráulica en la que a diferencia de otros palacios, el agua caía por efecto de la gravedad, proveniente de un lago superior.
Adornando la cascada hay 38 estatuas, 213 bajorrelieves, bustos y vasos, y como colofón una gigantesca composición de Sansón y el León, alegoría de la guerra sueco-rusa.