De la nada al erotismo
Tras un largo y sucio trayecto desde Benarés, se abre camino Khajuraho. Cierto es que hay que buscarla porque no todos los caminos llevan hasta aquí, pero todo el que quiere conocer lo más destacado del norte de la India sabe que tiene que visitarla. Es una ciudad pequeña, con tantos habitantes como tienen ciudades de importancia de un país europeo, y donde no viven ajenos al exterior. Sus templos, plagados de sugerentes figuras de parejas disfrutando de sus cuerpos atraen a los turistas y a los lugareños que, como podía ser de otra forma, se aprovechan con picardía. Pero a pesar de la marea de cazaturistas que ronda a los extranjeros, este lugar, como ocurre con otros lugares del país, posee una atracción magnética y enigmática, que despierta en el viajero sentimientos encontrados.
cuánta gente no ha vuelto de allí con historias en la mochila sobre mareos, vómitos, y demás sobresaltos y que, sin embargo, siempre aseguran querer regresar. La India tiene un misterio que no te deja indiferente y que, cuando vuelves, llama a la nostalgia y te invita a volver.
Recomiendo a todos Khajuraho y, sobre todo, la India, para olvidarse de la realidad por unos días y vivir sensaciones despiadadas y sinceras, que tocan lo más profundo de ti.
