Marilo Marb
El pueblo varado
La sensación que se tiene por el camino poco antes de llegar al pueblo y ver cientos y cientos de pequeñas barcas y otras más grandes de pesca varadas en un río seo con apenas algún que otro charco igual de grande que un plato de postre es indescriptible. La escena parece salida de una película de ciencia ficción en los que los navegantes han tenido que abandonar sus barcos por la amenaza de algún monstruo fluvial.
Cuando llegas al poblado, te sorprendes aún más al ver que todas sus casas son de madera encima de unos largos palos ubicadas a un lado y otro de un camino polvoriento donde es imprescindible ponerte una mascara para no tragar tanto polvo al andar.
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