La Cachamera
Que bonita es la historia de Miguel Bejarano y su finca La Cahamera. Él dice que pasó mucho tiempo trabajando para otros y que un día decidió probar suerte con su propio negocio. Compró una finquita que fue agrandando con los años y allí se puso a construir lagunas para el cultivo de cachamas, un pez de río. Quería, cuenta Miguel, poder criar este pez para enseñar a los niños de la comunidad sobre este tipo de producción y los beneficios que puede traer para el ser humano y su productividad, y muy pronto se dio cuenta que la actividad y el espacio eran muy atractivos para el turista. Así que comenzó a incorporar actividades hasta crear lo que es hoy en día La Cachamera, una especie de parque con restaurante que los fines de semana se llena de familias que vienen a que sus hijos tengan contacto con la naturaleza, pesquen cachama, paseen en bote, a caballo, hagan se lancen en tirolina, se bañen en la piscina y por supuesto coman el pescado frito.