La Catedral de San Pedro y San Pablo
Nada más verla, aparte de los nervios de la emoción por ver las tumbas de los Zares, me recordó a un navío del siglo XVIII: la alta pared del altar, una popa, la empinada aguja, un mástil.
Ya más cerca, pude comprobar lo que de ella dicen los libros, como el hecho de que no es nada usual para el campanario de un edificio eclesiástico ortodoxo la presencia de un reloj en la torre con carrillón. La altura de este campanario, junto con la aguja dorada y la figura del ángel, patrono de la ciudad, es de 122,5 metros. En aquella época, por supuesto, era la edificación más alta de Rusia. Pedro I pagó por el carrillón, en Amsterdam 45 mil rublos, lo que era una cantidad inmensa en aquel momento.