Roberto Carrillo
Un paraíso del que no querrás salir
Si cruzas por vía terrestre la frontera de Puno, Perú, rumbo a Bolivia, en menos de 15 minutos vas a encontrarte con Copacabana, un lugar no tan famoso como el de Brasil, pero sí con mucho que ver y disfrutar.
Copacabana, Bolivia está justo en la costa del Lago Titicaca, y desde las lomas se puede distinguir una espectacular vista que domina parte del lago, el embarcadero y la ciudad.
Después de la aventura en Machu Picchu, y de recorrer la Ruta de Barroco Andino, nuestra idea era sólo tomar un ligero descanso y seguir nuestro camino a La Paz, pero la belleza del hotel La Cúpula nos dejó pasmados, tanto que decidimos quedarnos un par de días mas.
Martin Klaus Stratker es un anfitrión muy gentil, un artista alemán que estudió pintura y escultura en México, pero que decidió vivir en Bolivia y crear un concepto de hotel/hostal de los que hay muy pocos.
Aprovechando sus dotes artísticos, Martin creó cada una de las suites que componen su hotel en algo incomparable, como esculturas habitables, cada una con vista al lago, con un domo que permite ver las estrellas desde la cama, con jardín particular, y un cuarteto de alpacas que cortan el pasto y que dan una sensación de confort inigualable.
La Cúpula tiene un restaurante con menú internacional, donde por supuesto hay platos europeos, pero igualmente se puede pedir algo tradicional boliviano, así como vinos de altura a los que no se les pueden por peros.
Este hotel funciona con suites equipadas con cocina, pero también tienen cuartos tipo hostal, jardín y cocina comunes, y una biblioteca con libros de autores universales, así como películas.
No es mala idea ver el atardecer o leer un buen libro en las sillas o hamacas de los jardines, pero los paseos en lancha también son muy recomendables, así como visitar el pueblo donde no está de más regatear el precio de víveres como de los paseos.
La charla amable de Martin es reflejo de la buena atención que da su personal, ya que el dueño cuida de cerca los detalles de su propiedad.
El confort que se logra al hospedarse en alguna de las suites conceptuales de La Cúpula, sin duda los hará regresar a este lugar, o por lo menos, tratar de alargar la estancia lo más posible.
Aprovechando sus dotes artísticos, Martin creó cada una de las suites que componen su hotel en algo incomparable, como esculturas habitables, cada una con vista al lago, con un domo que permite ver las estrellas desde la cama, con jardín particular, y un cuarteto de alpacas que cortan el pasto y que dan una sensación de confort inigualable.
La Cúpula tiene un restaurante con menú internacional, donde por supuesto hay platos europeos, pero igualmente se puede pedir algo tradicional boliviano, así como vinos de altura a los que no se les pueden por peros.
Este hotel funciona con suites equipadas con cocina, pero también tienen cuartos tipo hostal, jardín y cocina comunes, y una biblioteca con libros de autores universales, así como películas.
No es mala idea ver el atardecer o leer un buen libro en las sillas o hamacas de los jardines, pero los paseos en lancha también son muy recomendables, así como visitar el pueblo donde no está de más regatear el precio de víveres como de los paseos.
La charla amable de Martin es reflejo de la buena atención que da su personal, ya que el dueño cuida de cerca los detalles de su propiedad.
El confort que se logra al hospedarse en alguna de las suites conceptuales de La Cúpula, sin duda los hará regresar a este lugar, o por lo menos, tratar de alargar la estancia lo más posible.
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