La bellísima comarca de La Garrotxa ...
La bellísima comarca de La Garrotxa parece tenerlo todo: Tres villas medievales increíbles -Besalú, Castellfollit de la Roca y Santa Pau-, varias rutas con espléndidas muestras románicas, cuarenta volcanes dormidos sobre los que se asienta un paisaje formidable y valles solitarios con centenarias masías.
Una buena idea para recorrerla es comenzar desde Olot, capital de la comarca y acceso natural al Parque de la Zona Volcánica. Desde allí se puede comenzar por La Garrotxa Alta, no tan húmeda, más amarillenta, donde los pueblecitos de Beuda, Lligordá, Palera y Segueró guardan iglesias románicas –la mayoría del siglo XII- en un entorno de ensueño. Luego se puede seguir hacia Castellfollit de la Roca siguiendo una carreterita estrecha que bordea el río Llierca. Cerca de Tortellá el camino trepa entre aulagas y zarzas, y regala las vistas de un magnífico puente de un arco, románico, que salva una garganta por donde corre el río.
Castellfollit de la Roca se emplaza sobre una espectacular pared de basalto que tiene sesenta metros de altura y un kilómetro de largo. Desde allí arriba la villa se asoma al valle del verde Fluviá. El pueblo de origen medieval tiene un encanto especial. Callecitas y plazas umbrías ocultan antiguas casas construidas con piedras de origen volcánico y, sobre el barranco, un mirador estratégico abarca la belleza de la comarca.
A diferencia de lo que uno puede pensar, los volcanes de La Garrotxa no están apagados, sólo duermen un sueño de diez mil años en lo hondo de sus profundas gargantas. La naturaleza, mientras tanto, ha aprovechado lo que el fuego ha expulsado desde las entrañas de la tierra. Valles y laderas de volcanes, acompañados por un clima benévolo, se han transformado en fértil suelo de cultivos, donde como un mosaico multicolor alternan magníficos bosques, campos de dulces maizales y ricos pastos. La zona volcánica de La Garrotxa es verde, bucólica, conmovedoramente hermosa. Parece mentira que allí habiten cuarenta feroces gigantes dormidos, cuando el paisaje destila tanto sosiego y belleza.
Para tomar conciencia de la tierra que pisamos, vale la pena comenzar la visita al Parque Natural de la Zona Volcánica por su Centro de Documentación ubicado muy cerca de Olot, en La Fageda d’en Jordà. La ‘fageda’ es un magnífico hayedo que resulta excepcional ya que crece en un terreno de baja altitud. Los árboles se asientan sobre ‘tossols’, curiosas elevaciones producto de una colada de lava del volcán Croscat. Allí uno comienza a comprender los vaivenes de la naturaleza. Luego uno puede irse más lejos, mucho más lejos, subir a pie al cercano volcán Santa Margarida, caminar durante horas por los espectaculares senderos o ver los cráteres de los volcanes desde el aire. ¿Cómo? Pues volando en globo.
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