Cosas pequeñas me gustan a mí, cantaba l...
Cosas pequeñas me gustan a mí, cantaba la inolvidable niñera televisiva que para muchos ha sido la protagonista de Sonrisas y Lágrimas en aquellas épocas en las que los vídeo-cassettes eran la única alternativa en pantalla a la dos cadenas nacionales.
Me da pena la gente que no disfruta de las pequeñas cosas. Como una milhoja de la Guinda, o un cubanito, con su hojaldre crujiente y su chocolate negro. Que alguien se atreva a desmentir que el chocolate no es uno de los pequeños placeres de la vida y se le caiga un rayo encima.
Durante mucho tiempo creí que las milhojas eran típicas de Cáceres, pero me vinieron a corregir la experiencia y el salir a otras ciudades. La Guinda no siempre se ha llamado así. Yo siempre la he conocido como la Estila y mi cercanía a su puerta presagiaba algún cumpleaños o fiesta señalada.
Gané mi primer sueldo de becaria y regalé unos pasteles a la familia. A cada cual su favorito, porque la vida es tan caprichosa que divide los gustos de los que hasta duermen bajo el mismo techo. Pequeños placeres, como pasar por delante y regalarte con el olor a cremas, azúcar, hojaldre recién hecho. Cosas pequeñas me gustan a mí.
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