Carolina
Córdoba experience
Entras en la taberna sin más pretensiones que un refrigerio y algo de comer. Pero pronto te das cuenta de que no es una tasca cualquiera. La camarera, tan vivaracha como segura, te recomienda entrar al patio. Patio recogido, atípico y flamenco, sin artificios. Puro. Una sombra morena de imposibles ojos verdes sube al escenario. Dos guitarras flamencas suenan. Él canta, y ella comienza a moverse a ritmo de Fino eclipsando el jamón de los Pedroches, en un alarde de generosidad artística. Te lo regala; y te sientes abrumado. El mantón vuela delante tuya sin dejarte parpadear. El arte trasciende al salmorejo, soberbio.
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