Daniel Vázquez
Había entonces que realizar un exorcismo en el lugar
El río Cupatitzio -en purépecha ""río que canta""- nace en el manantial llamado ""La rodilla del diablo""
leyenda:
Las aguas del río habían dejado de correr, el campo se tornaba de un color amarillento y las hojas de los árboles comenzaban a secarse. El pueblo estaba mortificado pues la fertilidad de las tierras se había reducido a nada. Fray Juan de San Miguel -el llamado ""fundador de pueblos"" -meditaba la situación y con plegarias esperaba una respuesta. Así pasaron los días hasta que, divinamente, se iluminó su pensamiento y encontró el problema: el manantial estaba poseído por el Diablo .
Había entonces que realizar un exorcismo en el lugar. Fray Juan hizo sonar las campanas y llamó a los indios. Hicieron una procesión, encabezada por una imagen de la virgen de Guadalupe rodeada por sacerdotes y demás gente del pueblo hasta que toda la comitiva llegó al seco y triste manantial.
El fraile oró en silencio por unos momentos y roció las rocas con agua bendita. El suelo comenzó a sacudirse terriblemente haciendo estremecer a todos los que se encontraban en dicho ritual. Se escuchó un escalofriante y sonoro grito y segundos después la figura de Satanás salió de entre las piedras. Retrocedió al ver la imagen de la Virgen y sentir todos los aromas de las flores que la adornaban. Asustado, corrió huyendo del lugar y tropezó, dejando así una oquedad producida por su rodilla. En ese momento las cristalinas aguas brotaron de nuevo, los campos reverdecieron y la alegría volvió a Uruapan pues el Cupatitzio había vuelto a cantar.
El fraile oró en silencio por unos momentos y roció las rocas con agua bendita. El suelo comenzó a sacudirse terriblemente haciendo estremecer a todos los que se encontraban en dicho ritual. Se escuchó un escalofriante y sonoro grito y segundos después la figura de Satanás salió de entre las piedras. Retrocedió al ver la imagen de la Virgen y sentir todos los aromas de las flores que la adornaban. Asustado, corrió huyendo del lugar y tropezó, dejando así una oquedad producida por su rodilla. En ese momento las cristalinas aguas brotaron de nuevo, los campos reverdecieron y la alegría volvió a Uruapan pues el Cupatitzio había vuelto a cantar.
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