Un lugar y un día soñados
Luego de visitar la exposición de Flavia Cerávoló en el salón de ingreso a este para nada clásico ni desabrido restaurante y al que accedimos en un ascensor multicolor, cruzamos el salón comedor con sus mesas y sillas de varios colores, su salamandra, su chimenea y su pequeña bodega, nos dirigimos a la terraza que tienen asomada al río y nos sentamos allí bajo una sombrilla. El día radiante de sol, el lugar increíble, tanto que en el entusiasmo por fotografiarlo sólo tome fotos del plato de rabas y me olvide de las empanadas, la boga a la parrilla con papas fritas y el plato de postres con tiramisú, mousse de chocolate y ches cake que eran para un cuadro.
El lugar lo merecía, vaya si lo merecía, cuando abrimos la carta nos encontramos con un título grande que enunciaba “SOMOS LEYENDA” y debajo leímos el texto que les transcribo:
“Hildegarda, hija y compañera incansable del mítico arquero Guillermo Tell, aquel que según cuentan las doñas del barrio tuvo una “fea actitud”, descreer de su gobernante e indignarse ante el discurso único de él (no sé si heroico); pero con pasión pidió debatir en torno a la racionalidad del mundo y los sistemas de vida. El soberano esgrimiendo un poder divino que le había regalado vaya a saber que dios quiso doblegar tal espíritu profano obligando al arquero a disparar a una manzana sobre la cabeza de su descendencia. Acertando con lógica maestría, GT fue exonerado evitando ser institucionalizado en un nosocomio estatal. Esta es una historia más de la racionalidad del mundo que a veces truncada nos retorna como leyenda”.
Caminando por la terraza hacia atrás nos encontramos con un lugar más amplio con más mesas, sombrillas y sillas al sol y una barra techada en la que ofrecías licuados de ananá, durazno, banana y multifruta a 3 € y Tragos Daiquiri de frutilla, durazno o ananá a 4.17€
Los precios súper acomodados, tanto que entre tres con vino, agua mineral y una bebida cola incluidas pagamos 25€.


