Un lugar y un día soñados
Luego de visitar la exposición de Flavia Cerávoló en el salón de ingreso a este para nada clásico ni desabrido restaurante y al que accedimos en un ascensor multicolor, cruzamos el salón comedor con sus mesas y sillas de varios colores, su salamandra, su chimenea y su pequeña bodega, nos dirigimos a la terraza que tienen asomada al río y nos sentamos allí bajo una sombrilla. El día radiante de sol, el lugar increíble, tanto que en el entusiasmo por fotografiarlo sólo tome fotos del plato de rabas y me olvide de las empanadas, la boga a la parrilla con papas fritas y el plato de postres con tiramisú, mousse de chocolate y ches cake que eran para un cuadro.