Un zoco en Palermo
El mercado de Ballaró es uno de los pocos que aún guardan su esencia, su autenticidad. Sin proponérmelo me encontré con él, cuando decidí callejear sin rumbo fijo al salir de San Giovanni degli Eremiti.
De repente, una sucesión de callejuelas estaban ocupadas por sus coloridos puestos, llenos de verduras, panes, pescados, carnes, embutidos, quesos, y más adelante cacharrería. La gente iba y venía y los comerciantes gritaban sus mercancías... Un pequeño caos ordenado, con motos y algún motocarro entrando y saliendo, me transportaron a los zocos del vecino Túnez, así, sin querer.
Además, buena parte de la clientela de hoy en día está conformada por los inmigrantes que viven en los barrios de alrededor... africanos, indios, sudamericanos, lo que da al ambiente un punto de la multiculturalidad de los mercados de antaño, aquéllos a los que llegaban las mercancías de los barcos fenicios procedentes incluso del lejano Oriente.
Objetos insospechados se mezclan con las verduras, como una cabeza de "La Señorita Pepis", je, je, y no sé muy bien por qué, en plena mañana, las bombillas de bajo consumo estaban encendidas sobre las mercancías. Quizá para que nadie se despiste, para que todo el mundo pueda verlas... o quizá es una manera de adornar el mercado, quién sabe.
Un imperdible más de Palermo.
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