Una ciudad de mercados
Aix-en-Provence es una ciudad de mercados. Los hay todos los días y para todos los gustos. Frutas y verduras, libros antiguos, quesos, antigüedades, ropa de segunda mano, artesanías y flores. Todos los martes, jueves y sábados por la mañana, la plaza del Hotel de Ville se convierte en un jardín, en un invernadero, en una explosión de colores. Es el mercado de las flores. Es una muestra de plantas aromáticas: lavanda, tomillo, albahaca, perejil, salvia, orégano... Y también los puestos de venta de flores propiamente dichas: patas de canguro, azucenas blancas, freesias, gladiolas, amaryllis, hibiscos, mimosas, orquídeas, crisantemos, jacintos, estrellas de Belén, narcisos, tulipanes, azaleas, lirios, ranúnculos, adelfas... Y otras flores de las que no conozco el nombre. Hay ramos ya hechos que mezclan olores y colores. O se puede pedir que los hagan. Las vides y los olivos se plantan en los jardines, así como las plantas perennes, "Estas nunca mueren", afirma un vendedor. Como nunca mueren las suculentas. Que se venden a un euro cada una, en pequeñas macetas de plástico que invitan a la decoración zen.