Delicioso y sencillo
Y ligero, porque es un plato que podemos repetir hasta la saciedad, sobre todo si lo comemos en este maravilloso templo del champiñón que está cerca de la Plaza Mayor, para ser exacto en una de sus esquinas, en la base que la sustenta.
Como el mismo champiñon, que es la base y sustento de este mesón que prácticamente no sirve otra cosa, ni falta que hace.
El lugar no es grande, un pasillo con una barra que lo recorre, decorado de la manera mas " typical spanish" que imaginemos, esa que buscan los turistas, con una lámpara que es la más fea que he visto, bolas que salen del techo como si fueran champiñones, y una sala comedor con un pianista que "desameniza" la noche con su órgano electrónico. Maravilloso.