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Mezquita de la Sultana Mihrimah

1 opinión sobre Mezquita de la Sultana Mihrimah

La preciosa mezquita que pocos viajeros visitan

Estambul tiene tanto que ver que en una estancia corta siempre quedan lugares en el tintero. Probablemente este es uno de ellos. Sin embargo, para mí es una de esas visitas inolvidables. Quizás porque la descubrimos por casualidad, quizás porque la vimos sin prisas, sin gente... Está en el barrio Edirnekapi, un poco lejos de las rutas habituales, o al menos fuera de las rutas de las excursiones organizadas. Siempre es una opción llegar en un taxi, pero nosotros no teníamos prisa y optamos por el barco que se adentra en el Cuerno de Oro, que sale del muelle situado a la izquierda del puente Gálata.

Paramos en Haliç park y fuimos descubriendo un barrio que conserva la arquitectura de madera tradicional, subiendo entre calles y llamadas a la oración hasta llegar a la iglesia bizantina de San Salvador in Chora. Hasta ahí si llegan los autobuses cargados de turistas, pues el sitio merece un rincón propio. Continuando un poco más arriba encontramos la mezquita de la Sultana Mihrimah, el regalo que Suleimán el Magnífico regaló a su hija predilecta. La alfombra roja con el rosetón central justo debajo de la lámpara, es realmente magnífica, y contrasta con el mármol blanco de las paredes convirtiendo la mezquita en una joya. Si coincide la hora de comer, como nos sucedió a nosotros, al lado de la mezquita hay pequeños restaurantes con terrazas a unos precios realmente bajos comparados con los de la zona más turística del entorno del Topkapi y Santa Sofía, una prueba más de que por allí van pocos turistas. Nosotros completamos la jornada con la visita al barrio de Eyup y el café de Pierre Loti.
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