Mezquita Jeque Lotfollah

La mezquita del Jeque Lotfollah es una pequeña joya por dentro y por fuera, quizás, en parte, porque es una rareza, pues carece de la mayoría de los elementos típicos de una mezquita: iwan, patio y minarete. Además, es muy pequeña y está casi camuflada entre las tiendas del bazar. No necesitaba el minarete para llamar a la oración porque era la mezquita privada de la familia del Sha, cuyo palacio, Ali Qapu, se encuentra justo enfrente, al otro lado de la famosa Plaza del Imam de Isfahan. Se dice que hay un pasadizo subterráneo que comunica el palacio y la mezquitza, pero no lo hemos visto. Seguramente formará parte de la leyenda.

Si alguien es proclive al síndrome de Stendhal, ese que te altera al ver algo con gran belleza, ten cuidado por qué en este monumental templo es fácil que te ocurra.

Su tamaño no sólo hace referencia al espacio, pues su continua construcción, reconstrucción y añadiduras de elementos permiten dar un repaso a mil años de arte persa e islámico ¡Ahí es na! Por eso es un bien merecido Patrimonio de la Humanidad.

La cúpula no está centrada con los minaretes, porque no tiene patio interior, no es excesivamente grande aunque es una maravilla.

En el lugar del Imam, mis ojos estaban tratando de captar cada detalle de la cúpula de la mezquita Jeque Lotfollah. Al final preferí perderme... Como un juego de "7 errores" gigantes en 3D, los motivos son similares, pero en realidad son muy diferentes. En el interior, me quedé hipnotizado por las curvas y arabescos florales de color turquesa. Aquí, todo está en armonía y geometría. El tipo de lugar donde se quedaría durante horas.