Un pueblo medieval intacto
Este pueblo medieval, en el que tan solo vive una persona durante todo el año, ha llegado hasta nuestros días manteniendo todo el espíritu de la edad media. Pasear por sus calles empedradas, visitar la iglesia de Nuestra Señora de Baldós, en lo alto de la colina, o cruzar su puente romano nos transporta a un tiempo pasado donde no existía el ladrillo visto ni las aeras.