Una antiestatua
Entrando en Jerez desde el este, dirección Circuito de Velocidad, antes de llegar al centro urbano se atraviesa esta rotonda. La rotonda fue creada en los años noventa, junto con otro sinfín de rotondas que se hallan en esa zona jerezana, hasta configurar un paisaje de rotonda tras rotonda.
Fue la época de Pedro Pacheco quien urbanizando esta zona urbana decidió llenarla de rotondas para no tener que instalar tanto semáforo. En muchas de estas rotondas instaló esculturas para adornarlas. Algunas de estas estatuas tienen su encanto, otras como ésta espero que con el tiempo terminen por desaparecer.
La estatua del toro no es que se haya oxidado con el pasar de los años, es que siempre ha estado así. Si algo me ha asombrado de este tipo de adornos urbanos es que ya se instalan oxidados, como si la herrumbre fuese un motivo decorativo. Así hay unas cuantas, aunque entre ellas este toro es de los más conseguidos.
Literalmente hueco, carece de detalles. Se sabe que es un toro porque el contorno nos hace asociar esa idea pero nada más. El toro siempre ha sido un animal característico de Andalucía y por ello homenajearlo es algo casi lógico en esta ciudad donde hay tantos monumentos de caballos. Pero este homenaje es casi una afrenta porque “eso” no es un toro.
Paso por esta rotonda casi todos los días, al hallarse camino de su trabajo y, a pesar del tiempo que llevo viendo esta estatua, sigo sin entender por qué está oxidada.
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