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El Aaiún

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El Aaiún Dirección

4 opiniones sobre El Aaiún

Un rebaño poco habitual

Sahara significa "Tierra dura". Y no es ningún eufemismo ni metáfora, es un significado literal.
Con casi ocho kilómetros cuadrados de superficie, ha sido residencia de pueblos nómadas y sedentarios, que han tenido que buscarse la vida para sobrevivir en un territorio evidentemente hostil.
Agricultura casi inexistente, pastos escasos y sobre todo un gran aislamiento han obligado a pueblos como el tuareg a sacar de donde no hay. Y precisamente una de sus fuentes de alimentación y transporte lo ha constituido desde hace milenios los camellos y dromedarios.
La escena cada mañana es la misma: las mujeres montan en sus asnos y dirigen el rebaño hacia los pozos para que beban litros y litros de agua con las que alimentar sus reservas. Realmente el rebaño está formado por ejemplares de dromedarios, recordemos que tienen una sola joroba mientras los camellos son propios de Asia y tienen dos, aunque siempre nos refiramos a ambos como camellos, lo que intuyo debe ser por facilidad lingüística.

El animal está tan adaptado a la escasez de agua del desierto que muchos árabes lo llaman bebedor del viento, aunque yo prefiero el más poético nombre de barco del desierto. La madre Naturaleza le ha otorgado la capacidad de poder pasar cinco o seis días sin abrevar cuando el calor aprieta hasta llegar a los 50º y durante la época "invernal", y si los pastos están verdes, hasta cuatro y cinco meses. Pero eso no es todo, ya que la grasa acumulada en su joroba le proporciona alimento continuo y le permite pasar también semanas sin probar bocado. Todos hemos visto alguna película donde el protagonista, desesperado mata a un camello para comerse la joroba, y no debe ser muy sabrosa por las cara que pone.
Otro mito es el que cuenta que el camello es bruto y desagradable. Nada más lejos de la realidad. Tras acercarme a ellos, salvajes pero confiados, pude comprobar que es un animal noble y refinado, que mira y olfatea muy de cerca el agua que ha de beber hasta encontrarla limpia y es muy selectivo a la hora de comer de este u otro pasto.
Vale la pena hacer unos kilómetros para encontrarse con estos dromedarios en su hábitat natural y acercarse a ellos con cautela y respeto, aunque sólo sea para comprobar que son muy diferentes a la idea que teníamos de ellos.
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Viaje sin planificar al Aaiún

Excelente

Somos gente aventurera, que siempre estamos buscando a donde viajar y que visitar, y no pudimos dejar escapar la oportunidad que ofreció la aerolínea Binter: ida y vuelta al Aaiún desde las palmas por 100€ tasas incluidas. Lo compramos sin dudar. Desde un mes antes estuve buscando información por internet para hacer cosas, pero el resultado siempre fue el mismo: nada. Era como si toda la información sobre El Aaiún estuviese censurada, no encontré nada ni en las webs más famosas de internet y solo logré reservar el hotel más moderno que encontré de los pocos que anuncia Booking. Llegue a un punto en que desistí, que venga lo que venga, así que decidimos buscarnos la vida cuando lleguemos allí.


Día 1

Salimos un viernes a las 12 de la mañana y teníamos la vuelta un domingo a la 1, tiempo suficiente para ver la ciudad y si conseguíamos una excursión por el desierto, pues mejor que mejor.

Cuando subimos al avión, un ATR72 con el nombre perenqué nos dimos cuenta de que no íbamos a un sitio muy frecuentado por el turismo. El avión termino ocupado a la mitad de su capacidad, en su gran mayoría por personas árabes que regresarían por motivos familiares.

Sorprendente el hecho de que por un recorrido de 45 minutos nos ofrecieran gratuitamente agua, un vaso de zumo, un sándwich, una chocolatina, una toallita para las manos y caramelos. Estoy acostumbrado a viajar a Madrid desde Canarias y por un recorrido de casi 3 horas a veces no me dan ni las gracias, ojalá las grandes aerolíneas cogieran ejemplo.

Al llegar al aeropuerto habían dos aviones de la ONU, lo que nos indicaba de que no estábamos en un sitio "normal", y tras pasar en control de pasaportes, en donde sorprendentemente y para nuestro asombro solo nos preguntaron la profesión, salimos a coger un taxi, con intento de regateo fallido, solo habían dos taxis y teníamos que viajar en dos(los taxis pequeños solo permiten tres personas, y éramos cuatro. Sin embargo no hay problemas para encontrar taxis, hay en todas partes). Realizamos el pago en 5€ por coche, porque aún no habíamos cambiado. Mejor cambiar en un banco, porque la casa de cambio del aeropuerto de Gran Canaria cobraba un 20% de intereses.

Comunicarse con la gente no supone un problema si sabes algo de Francés (segunda lengua para ellos después del árabe), por desgracia no sabíamos ninguno de los dos idiomas, así que a veces teníamos suerte y encontrábamos a alguien que hablaba inglés o como nos pasó en varias ocasiones durante el viaje, tuvimos la fortuna de encontrar gente que hablaba español, ya sea por que han estado trabajando en canarias algún tiempo o porque sus padres les enseñaron en su día. Por desgracia cada vez son menos las personas que hablan algo de español(10%) y la gran mayoría son personas mayores que sus padres o ellos mismos sirvieron a España en la guerra del sidi ifni.

A la llegada al hotel Salwan nos sorprendió la calidad y acabados del mismo, viendo el panorama previo por parte de la ciudad. Nos instalamos y salimos a un banco cercano a cambiar dinero. Es importante destacar que todos los establecimientos de la ciudad tienen dos horarios de cierre diferentes, el horario normal y el horario en periodo de ramadán, donde cierran antes. Cambiamos 100 euros cada uno a dirhan y comenzamos a andar por la avenida boulevard de la mecque, la raíz central de la ciudad.

Ya eran casi las tres de la tarde, teníamos hambre y no encontrábamos ningún sitio para comer, todo eran cafeterías y más cafeterías(es muy normal que los hombres vayan a tomar café, te o una botella de agua embotellada mientras usan la wifi). La gente no nos entendía, pero existe un idioma universal; el de los gestos y las manos. Así fue como llegamos a una zona con más sitios para comer.

La comida accesible para un turista en el Aaiún es de lo más variada, y depende de la zona por la que te muevas: desde el típico local de pizzas, bocadillos o panninis podíamos pasar a uno solo de platos combinados, de comida típica árabe, otros de solo pescado o puestos callejeros de comida muy, pero que muy barata y muy rica. Eso sí, hay zonas en las que puedes andar, andar y seguir andando y no ves nada para comer, la clave: preguntar.

Tras comer caminamos y entramos a una dulcería que no tiene nada que envidiar de las de españa, repleta de dulces por 50 céntimos de Euro al cambio. El Aaiún es muy famosa por sus magnífica tradición de repostería.

Un poco más adelante llegamos al hotel Al massira, donde duermen los observadores de la ONU. Es muy curioso que cerca de esta zona sea todo perfecto, y voy a explicar esto bien claro. Las banderas de Marruecos, que están puestas en todas las vías principales de la ciudad aquí son aún más nuevas, hay policías en todas partes, ya sea dirigiendo el tráfico o mirando una mancha en la pared, no hay gente pidiendo dinero, las zonas próximas tienen parques bastante buenos, todos los locales cercanos tienen algún negocio...casualidad que sea justo donde está la ONU. Cerca de esta zona podemos ver la mezquita Moulay Abd El Aziz, el antiguo parador nacional español ahora denominado hotel parador o la catedral católica de San Francisco de Asis(solo abre los sábados y domingos, no recuerdo el horario). También hay unos parques bastante grandes entre esta zona y el aeropuerto, pero cuando hemos venido aún estaban en obras, una de esas obras que parece que nunca se acaban...

Hay que destacar la gran cantidad de tiendas con publicidad de productos de la marca canaria Tirma que existían, con una variedad de chocolates enorme.

Buscando especias típicas por las tiendas de ultramarinos nos encontramos con un hombre mayor que hablaba perfectamente español (su padre llevo la bandera española en su uniforme), y nos dijo que el mercado estaba cerrado hoy viernes, pero que había una calle donde encontraríamos todo lo que buscábamos. Nos la anoto en un papel en árabe y nosotros preguntando y mostrando el papel a todo el mundo llegamos a dicha calle.

La seguridad en El Aaiún es uno de los principales motivos que hacen que la gente no lo escoja como destino turístico y nosotros teníamos esa idea, pero todo lo contrario. La policía, del mismo modo que puede que no se moje mucho si se trata de defender a un residente local, son por el contrario lo más atento y serviciales con los turistas. Aquí no hay problema por ir por la calle o moverte por la ciudad, porque la misma gente local sabe que si tocan a un turista es cárcel directamente, sin pasar por la casilla de salida. Todo eso añadiendo que parte de la población son saharauis, un pueblo muy hospitalario que no tiene maldad hacia los demás. La única regla importante que nos repitieron muchas veces: no hablar de política. Si no hablas de política no hay problemas. Si hablas de política...nunca sabes quién te está escuchando y la persona que se desahogó contigo contándote cosas mañana puede desaparecer por casualidad y no volver a aparecer.

En esta calle encontraras todo lo que quieras encontrar, imitaciones perfectas...y otras no tan perfectas llenan los locales y puestos: ropa, zapatos, bisutería, relojes, gafas de sol, mochilas y un sin fin de productos de imitación. Los precios varían según la calidad del producto, pero siempre te tiran por lo alto, luego hay que regatear con la calculadora. Lo normal es sacar el producto a dos tercios del precio que dicen de entrada, pero en ocasiones si fuerzas el regateo al limite de irte accederán a casi no sacar beneficios. No todo queda en la calle principal, porque si te metes por alguna de las calles que se le cruzan entraras en el auténtico mercado callejero: especias, fruta, carne, pescados, ropa típica de ellos, productos del hogar...de todo. El mercado callejero suele empezar a montarse a las seis de la tarde debido al calor y se recoge sobre las 11 de la noche, los viernes y sábado es cuando podemos verlo en su máxima imagen.

Salimos cargados de especias que nos habían encargado, aproximadamente dos kilos , cuando una de las chicas pregunto a una saharaui de un puesto para hacerse un tatuaje de henna. Entonces nos invitó a seguirla, y cuando nos dimos cuenta estábamos en el salón de su casa, con su madre tatuando a las chicas y todos los niños y mujeres de la casa con nosotros. Nos invitaron a te, estuvieron hablando con nosotros y nos trataron como si fuésemos familia, una experiencia espectacular que no se ve en España y un ejemplo más de la hospitalidad del pueblo saharaui. Al terminar los tatuajes no nos querían cobrar por nada, y tras nuestra insistencia cedieron en que les diésemos lo que nosotros quisiéramos, no sin antes volver a invitarnos a te y esta vez también a cenar. Salimos de su casa y volvimos a la calle de los puestos, ya para coger un taxi de vuelta al hotel y descansar después de una tarde completa.

Día 2

Nos despertamos en esa cama grande, cómoda y lujosa de la habitación que te hace pensar como es posible que te cueste tan poco, y tras prepararnos y reunirnos avisamos a recepción. Al poco nos subieron un desayuno de esos que si te lo comes entero no tienes hambre hasta las 5 de la tarde. Bastante pan con mantequilla, mermelada, aceite de oliva, aceitunas negras(habituales en todas las comidas como entrante), un jugo de naranja, una napolitana, un yogur y café/te. Todo esto por solo 4€ por persona.

Pedimos unos taxis y visitamos algunos lugares de la ciudad hasta la una, cuando intentando coger un taxi para ir hasta El Marsa (el pueblo pesquero de Al Aaiún) nos paró un saharaui con su coche y se ofreció a llevarnos a la estación. Siempre desconfías y piensas: nos va a llevar a un sitio de las afueras, donde nos van a robar y dejar sin nada, pero otra vez nos equivocamos. Resultó estar casado con una española en Granada, donde llevaba diez años viviendo y había vuelto con su familia unos días para celebrar el aniversario de la muerte de su padre. Durante el camino a la estación, donde el taxi nos saldría más barato hablamos de todo y hablamos de nada, porque hay cosas que no se pueden escribir aquí. Aunque nosotros no éramos conscientes, los locales si lo eran y nos lo decían mientras miraban por el retrovisor: "es posible que les persigan y les vigilen policías de paisano, aquí es normal, solo quieren que vean lo que les interesa."

El descontento del pueblo saharaui es obvio: después de que españa abandonara el territorio y les dejase a su suerte, Marruecos impuso sus normas y su opresión militar contra el pueblo, que reclamaba su independencia. El gobierno marroquí promovió el cambio de residencia de miles de marroquíes para establecerse en el Sáhara Occidental y ser mayoría de población ante algún posible referéndum y calló y, aún a día de hoy, sigue callando las protestas de los saharauis a base de opresión y miedo.

Nos llamó la atención el hecho de que durante nuestro viaje mucha gente por la calle nos decía "viva franco" mientras sonreía, debido a que, según nos contaron, el pueblo tiene un buen recuerdo del dictador. Dicen que defendía los derechos del pueblo y hacia que se les tratase igual que al resto de los españoles. Sin embargo no tienen la misma imagen del posterior rey de España Juan Carlos primero. Según ellos se sintieron abandonados, aunque muchos tuviesen nacionalidad española, por los maltratos por parte de Marruecos, todo debido a intereses económicos y políticos de por medio.

Una vez en la estación de taxis cogimos otro taxi rumbo hacia El Marsa, atravesando 15 kilómetros por una carretera rodeada de dunas a ambos lados, pasando dos controles de policía donde nos preguntaban profesión y motivo del viaje al mismo tiempo que examinaban pasaportes. Una vez en El Marsa fuimos buscando el bar Luis, que nos habían comentado que era de canarios, así que preguntando por bar Luis terminamos llegando al restaurante Josefina, conocido como bar Luis por la gente. Allí nos llenamos el estomago de comida y pescado fresco a buen precio, más caro que los sitios frecuentados por la gente local, pero también más limpio y con un trato excelente. Por desgracia no estaban ni Luis ni Josefina, así que después de pedir de postre unos excelentes Mousse de gofio cogimos el taxi de vuelta, pasando otro control, por supuesto. Cabe destacar que en todo el tiempo en Al Marsa, a diferencia de El Aaiún no vimos ni un solo policía en la calle, pero no por ello la gente dejaba de ser amable.

Ya de vuelta al Aaiún volvimos a callejear hasta llegar a la calle del mercado callejero, debido a que el día anterior no habíamos encontrado algunas especias ni tinta para henna negra. Terminamos cenando en un puesto un buen perrito caliente con carne de ternera, carne de camello, huevo frito, papas fritas, cebolla y salsas por 50 céntimos....regalado. Ya de vuelta al hotel vimos la imagen de su cultura el tiempo de ocio los sábados por la noche: los hombres en los bares hablando y tomando té, las mujeres en los parques cuidando a los niños mientras ellos juegan. También curioso que en cada esquina de las vías principales hubiese una unidad anti-disturbios, se ve que la opresión es permanente y se eliminan posibles protestas desde el foco.

Dia 3, vuelta a Gran Canaria

Tras desayunar cogimos un taxi por 2 euros (20 dirham)cada coche hasta el aeropuerto, donde estuvimos mirando souvenirs antes de entrar a la pequeña terminal. Es curioso que está prohibida la producción y venta de cualquier tipo de souvenir que diga la palabra "Sáhara occidental" o "El Aaiún", nos resultó imposible encontrarlo en la ciudad. Todos son promocionando Marruecos.

Ya tras el check-in y el control de pasaportes nos volvemos a subir en otro ATR-72, este si volvía con todos los asientos ocupados.

Aquí termina nuestra pequeña experiencia sin planificar a un lugar increíble, con unas personas maravillosas, pero donde se ocultan las cosas de las que nadie quiere hablar.
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Información El Aaiún