"Cuando regresé a Roma de la Galia y de ...
"Cuando regresé a Roma de la Galia y de España, bajo el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintilio, felizmente concluidas las empresas en aquellas provincias, el senado decretó que había que consagrar un ara a la paz augustea en el Campo Marcio y ordenó que en ella los magistrados, los sacerdotes y las vírgenes vestales celebraran cada año un sacrificio".
Con estas palabras Augusto transmitió la voluntad del senado de construir un altar a la paz, después de las batallas realizadas en el norte de los Alpes entre el año 16 y el 13 a.C.: la sumisión de los retios y los vindélicos, el control definitivo de los pasos alpinos, la visita a una Hispania finalmente pacificada, la fundación de nuevas colonias y la imposición de nuevos impuestos.
El Ara Pacis (“altar de la paz” en latín) es el mayor símbolo político del período de paz disfrutado durante el mandato del emperador Augusto. Es, además, una maravilla artística. Sus relieves nos muestran todos los estamentos de la sociedad romana de la época. Mujeres, niños, senadores y también libertos… Todos quieren celebrar que, finalmente, el Imperio Romano ha alcanzado la tan soñada paz y estabilidad. Pero la calma duró bien poco…
A pesar de las numerosas vicisitudes vividas por este "altar de la paz" –tanto físicas como alegóricas- su estado de conservación es asombroso. Se encuentra en un museo de muy reciente construcción cuya principal atracción es el altar mismo. El precio de la entrada al museo es bastante excesivo y los paneles informativos son escasos. Es, en definitiva, un museo sólo apto –y muy recomendable- para aquellos amantes de la cultura clásica que quieran contemplar el que, tal vez, sea el mayor símbolo del sueño romano de totalidad y armonía.


