Antonio Fernández Plaza
Museo del pastor de Villaralto Una de las caras más limpias del progreso y de los nuevos tiempos es su tacto para redimir. Y convertir en estética lo que un tiempo fue indigencia y sufrimiento. Ocurrió hace mucho tiempo con los patios cordobeses. De ser espacios imprescindibles para respirar, por no morir, de aquellas familias que se amontonaban en cuchitriles sin aseo la modernidad y la necesaria vista turística-- los ha reconvertido en reclamos cada mes de mayo.