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Después del atracón o del tapeo, volvemos a la Plaza de las Cortes, andamos calle abajo, pasamos la fuente de Neptuno (los futboleros deben saber que ahí celebran los del Atlético de Madrid sus triunfos) y llegamos al Museo del Prado (Paseo del Prado s/n, aunque la taquilla está en el lateral). De camino hay puestos callejeros de souvenirs donde todavía se venden carteles de toros o anuncios de tablaos flamencos que ponen el nombre que se elija con grandes del toreo o del baile. Siempre me han hecho mucha gracia y dado la cantidad de películas extranjeras en las que los he visto colgados, creo que a los visitantes también se lo harán.
El Museo del Prado es absolutamente imprescindible en una visita a Madrid, la llaman la catedral laica de la ciudad. Cuesta 12 € y es gratis de 18 a 20 horas. El propio museo tiene en su página web recomendaciones de lo que se puede ver en una, dos o tres horas ('https://bit.ly/jieh6t'). Así que no jugaré a ser la experta que no soy. Antes de comenzar el recorrido, lo ideal es parar unos minutos y marcar las salas en uno de los planos gratuitos que regalan en la entrada para no perderse y maximizar la experiencia, sin dar vueltas. Se puede alquilar una audioguía o utilizar el teléfono como tal, pinchando en cada cuadro en el apartado de 1/2/3 horas en el museo. Algunas obras que a mí me gustan y están alrededor de cualquier recorrido oficial son: el 'Perro seminhundido de Goya' (1829-1823) que se encuentra en la sala de sus Pinturas Negras y ha sido muy reinterpretada por diversos pintores; 'La mesa de los siete pecados capitales' de El Bosco (1485) que está junto a 'El Jardín de las Delicias' y que como buena católica me recuerda los pecados que he cometido; 'Adán y Eva' de Durero (1507), junto al 'Autoretrato' de este pintor, tan impresionante que hace más pequeñito el pecado el original, y 'El Nacimiento de la Vía Láctea' (1637) de Rubens, muy cerca de 'Las Tres Gracias' (1635), que me arranca siempre una sonrisa, ahora que está tan de moda la lactancia infantil.
El museo está excepcionalmente bien organizado. 'Las Meninas' (1656) de Velázquez es la mejor muestra de ello, mires desde el punto donde mires de la sala, el cuadro es perfecto.
Está prohibidísimo hacer fotos, recientemente, un bedel me gritó –y no metafóricamente- por hacer unas con mi móvil, tras el susto, miré a mi alrededor por si salían de una pared los Boinas Verdes para arrancarme la cámara. Creo que el catálogo debe comprarse y si se hace con la entrada cuestan ambos 19,50€, lamentablemente, no lo venden como libro digital. Además de la colección permanente, se debe estar atento a las exposiciones temporales, aunque muchas de ellas suelen incluir horas de cola. Atención a este dato, increíble pero cierto: los guías que se encuentran en la puerta no son oficiales, así que la propia taquillera avisa de que no sabe como serán si buenos, malos, caros o baratos.
Finalizada la visita, si se quiere hacer una pausa, la cafetería es muy agradable (café y bollo, 5,80 €) y está pegada a la tienda.
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