Olga Tebé
Nako una tranquila y seductora aldea.
El pueblo de Nako (3.700m. de altitud) está situado en la subdivisión de Pooh del distrito de Kinnaur en Himachal Pradesh a tan sólo 8 km. de la frontera tibetana. Dominado por el monte Leo Pargial, es famoso por la leyenda de Padmasambhava, que creó el pueblo lanzando una roca en este lugar. Sus huellas todavía se pueden ver en la roca y son muy veneradas. Nako está establecido alrededor de un encantador lago rodeado por árboles de sauces y álamos. Tiene una Gompa con cuatro templos del siglo XI, de la orden tibetana de Drukpa. Fue gravemente destruida por un terremoto en el año 1975, aunque todavía conserva algunos mandalas, murales y máscaras. Nako es una tranquila y seductora aldea en los Himalayas de la India del Norte.
Llegué al pequeño pueblo de Yangthang en autobús por una pista sin asfaltar a través de un paisaje espectacular, como en todos los Himalayas. Una carretera peligrosa, que se recorre siempre al lado de grandes precipicios y con deslizamientos de piedras, ríos que se desbordan e inundan la pista. Desde Yangthang no hay trasporte público a Nako, a unos 8 km.
Soy de andar, pero no de hacer treking, y menos cargada con una mochila y a 3.700m. de altura… así que me lo tomo con calma, empiezo a caminar y enseguida encuentro una cantina, la única en el pueblo, y pido un sabroso chai, el té con leche himalayo. Entablo fácilmente conversación con la chica del bar y me cuenta que hay un hombre que a veces hace viajes hacia Nako. Me dice que está en un almacén más abajo, que pruebe suerte. Llego con mis dudas a lo que parece un almacén y llamo a la puerta entreabierta… no hay señales de vida, llamo otra vez… al final me decido a abrir la puerta para echar un vistazo…. está oscuro, siete hombres jugando a las cartas, saludo con timidez y pregunto por el hombre que puede ir hasta Nako, por si me puede llevar… no hay contestación alguna, ni tan solo se han girado para mirarme, estoy convencida de que me han oído… espero…. nada… seré invisible? Que hago? Siguen jugando a la timba como si yo no existiera… espero quieta… en el umbral de la puerta. Que situación!. No sé cuanto tiempo pasó… cinco minutos o más quizás, desconcertada, callada, humilde, esperando… Finalmente un hombre se giró y me dijo, espera en el bar, cuando termine te llevo a Nako. Di las gracias y asentí. Estuve tres horas esperando en el bar, charlando con la chica y con más aldeanos que iban y venían. No creía ya que el hombre me llevara a Nako, no importaba, podría dormir en Yangthang y decidir al día siguiente. Estaba aprovechando el día en muy buena compañía. Pero sorpresa! Aparece el hombre para buscarme para llevarme a Nako!!!! Bien! Me lleva y acordamos para que me recoja al cabo de cuatro días.
Nako es auténtico, encantador y sus gentes totalmente acogedoras que te saludan con una amplia y sincera sonrisa. Pasear por sus calles es descubrir a cada paso pequeños tesoros regalos del pasado, pinturas en el rincón que menos te esperas, pequeñas estupas en las esquinas, la gente que te invita fácilmente a tomar un te o a cenar, una caminata alrededor del lago y una buena charla, y muchas más experiencias que no dan tiempo a contar.
Las afueras de Nako son una joya, a mí me impresionó especialmente un muro de “manis”, plegarias de piedras lisas con inscripciones grabadas en sánscrito que parece que te llevan al infinito.
Fueron cuatro días maravillosos, llenos de sensaciones, belleza, cariño que te elevan el alma.
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